En este concierto para violín y orquesta en La menor BWV. 1041, su orquestación consta de violines I y II, violas, violoncelos, contrabajos y clavicémbalo y el Violín solista. Tiene tres movimientos:
1º MOV: Allegro moderato (este es el que vamos a trabajar nosotros).
2º MOV: Andante
3º MOV: Allegro assai
2º MOV: Andante
3º MOV: Allegro assai
En el segundo movimiento, Andante, el solista y la orquesta se desenvuelven en distintos niveles. Sobre un constante bajo obstinado, el violín dibuja y canta largamente una línea melódica lírica y ricamente. El último movimiento, Allegro assai, es una giga en estilo fugado. La orquesta, en un largo pasaje, introduce el tema principal. El que introduce después el violín solista, en contraste con el primero, tiene el carácter de un sencillo acompañamiento armónico aunque, a medida que el movimiento avanza, adquiere mayor complejidad y brillantez, alcanzando incluso cierto virtuosismo. Con una recapitulación del fugado inicial, acaba la obra.
Bach se interesó siempre
por la estructura y la técnica del concierto. Durante su estancia en Weimar
estudio a fondo las obras de algunos músicos italianos e incluso transcribió
muchas de ellas para clavicémbalo, pero hasta que fijó su residencia en Köthen
no se decidió a componer en esta forma instrumental.
En sus conciertos, Bach enriqueció con importantes ideas nuevas los modelos ya establecidos, sin embargo, para comprender plenamente las obras de este compositor hay que tener presente que los conciertos barrocos no están necesariamente orientados a resaltar el virtuosismo del solista, sino que en ellos el interés se centraba en los efectos resultantes de combinar los elementos sonoros proporcionados por el rípielo orquestal con los aportados por uno o más instrumentos solistas. Aunque en los conciertos de Bach no faltan pasajes de cierto virtuosismo, el compositor trató siempre de evitar que éste entorpeciera el sutil equilibrio del juego instrumental.
A menudo Bach reforzó la arquitectura de los movimientos recurriendo a la forma da capo del aria italiana o a construcciones simétricas. Los movimientos lentos centrales son generalmente menos complejos que los correspondientes italianos y en ellos la orquestación es más reducida que en los otros; a veces están construidos sobre una cantinela largamente desarrollada a partir de unos pocos movimientos. En el motivo final, Bach solía combinar la forma concertante con formas fugadas, en las cuales las intervenciones del ripieno corresponden a las entradas del tema y los solos, a los episodios.
Actualmente se suele asociar a Bach con el órgano o el clavicémbalo, sin embargo, era también un experto violinista. La belleza arrolladora se sus grandes obras para violín solo, las dificultades técnicas que resolvió y las magníficas combinaciones polifónicas obtenidas, demuestran hasta qué punto conocía el instrumento y podía explorar sus recursos.
Todos los conciertos para violín y orquesta como el concierto para dos violines se adaptan a la escritura establecida por Vivaldi: un tiempo lento ( Adagio o Andante) entre dos rápidos ( Allegros); el movimiento lento denota las mismas emociones que vibran en las obras de Bach para violín solo o con clavicémbalo.
En sus conciertos, Bach enriqueció con importantes ideas nuevas los modelos ya establecidos, sin embargo, para comprender plenamente las obras de este compositor hay que tener presente que los conciertos barrocos no están necesariamente orientados a resaltar el virtuosismo del solista, sino que en ellos el interés se centraba en los efectos resultantes de combinar los elementos sonoros proporcionados por el rípielo orquestal con los aportados por uno o más instrumentos solistas. Aunque en los conciertos de Bach no faltan pasajes de cierto virtuosismo, el compositor trató siempre de evitar que éste entorpeciera el sutil equilibrio del juego instrumental.
A menudo Bach reforzó la arquitectura de los movimientos recurriendo a la forma da capo del aria italiana o a construcciones simétricas. Los movimientos lentos centrales son generalmente menos complejos que los correspondientes italianos y en ellos la orquestación es más reducida que en los otros; a veces están construidos sobre una cantinela largamente desarrollada a partir de unos pocos movimientos. En el motivo final, Bach solía combinar la forma concertante con formas fugadas, en las cuales las intervenciones del ripieno corresponden a las entradas del tema y los solos, a los episodios.
Actualmente se suele asociar a Bach con el órgano o el clavicémbalo, sin embargo, era también un experto violinista. La belleza arrolladora se sus grandes obras para violín solo, las dificultades técnicas que resolvió y las magníficas combinaciones polifónicas obtenidas, demuestran hasta qué punto conocía el instrumento y podía explorar sus recursos.
Todos los conciertos para violín y orquesta como el concierto para dos violines se adaptan a la escritura establecida por Vivaldi: un tiempo lento ( Adagio o Andante) entre dos rápidos ( Allegros); el movimiento lento denota las mismas emociones que vibran en las obras de Bach para violín solo o con clavicémbalo.
A partir del minuto
treinta es cuando comienza la pieza musical. Interesante para observar que
instrumentos entran.